La crisis de 1898. El fin del Imperio Colonial.
Hasta 1898, España mantenía tres grandes y valiosas colonias: Cuba y Puerto Rico en el Caribe y Filipinas en el Pacífico.
La inestabilidad política hacía del país una presa fácil. Las grandes potencias, principalmente EEUU, intentaban hacerse con el control de estos territorios. El poder de un país es directamente proporcional a la cantidad de extensión territorial, en posición de su moneda e influencia.
Tras la declaración de guerra de EEUU a España, por el supuesto hundimiento de uno de sus buques de guerra, El Maine, provocó la pérdida de todos estos territorios por parte de España.
Esta derrota asumió a la "España política" en un estado de desencanto y frustración. Significó el fin de un imperio, cuando el resto de potencias europeas estaban formando enormes imperios coloniales en Asia y África.
España pasó a un papel secundario en el contexto internacional. Se hablaba de una España moribunda, con un ejército ineficaz y un sistema político corrupto, lo que provocó un proceso de autorreflexión y conciencia intelectual regeneracionista llamada Generación del 98.
A pesar de este desastre, las repercusiones económicas y políticas fueron menores de las esperadas. No hubo una gran crisis política, ni la quiebra del Estado y se mantuvo la continuidad dinástica. Las estadísticas de la época, muestran una inflación baja, una reducción de la Deuda Pública y un aumento de la inversión proveniente de la repatriación de capitales. La crisis del 98 fue una crisis moral e ideológica que causó un importante impacto psicológico entre la población.
Se incrementaron los movimientos nacionalistas, sobre todo en País Vasco y Cataluña, donde la burguesía industrial comenzó a tomar conciencia de la incapacidad de los partidos políticos tradicionales para desarrollar una política renovadora y orientó su apoyo a partidos nacionalistas, que reivindicaban la autonomía y la modernización de la estructura del Estado.
Redactado por Claudia González Chaves.
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